viernes, 17 de agosto de 2007

Retrato de Mallarme por Manet y poema


LA TUMBA DE EDGAR POE


Tal como al fin el tiempo lo transforma en sí mismo, el poeta despierta con su desnuda espada, su edad que no supo descubrir, espantada, que la muerte inundaba su extraña voz de abismo.

Vió la hidra del vulgo, con un vil paroxismo, que en él la antigua lengua nació purificada, creyendo que él bebía esa magia encantada en la onda vergonzosa de un oscuro exorcismo.

Si, hostiles a las nubes y al suelo que lo roe, bajo-relieve suyo no esculpe nuestra mente para adornar la tumba deslumbrante de Poe, que, como bloque intacto de un cataclismo oscuro, este granito al menos detenga eternamente los negros vuelos que alce el Blasfemo futuro.

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